Esta afección aparece cuando las finas células de la capa exterior cutánea del cuero cabelludo se desprenden más rápido de lo normal, produciendo escamas de piel muerta. Comienza en la adolescencia y continúa en la adultez, ya que con los años la piel se va resecando. Es habitual que quienes sufren de caspa lo consideren un problema capilar, ya que la manifestación física de esta enfermedad se presenta en el cabello.
Sin embargo, tanto las causas como los síntomas se manifiestan en realidad en el cuero cabelludo, es decir que la dermatitis seborreica (caspa) es una inflamación de la piel que recubre el cráneo.
Esta afección generalmente es crónica, por lo que el tratamiento tiene que llevarse a cabo de forma continua.
Comienza a manifestarse en la adolescencia y continúa en la vida adulta, ya que la piel se va resecando conforme avanza la edad.
La caspa aparece cuando las finas células de la capa exterior de la piel del cuero cabelludo se desprenden más rápidamente de lo normal, lo que produce escamas de piel muerta.
Tipos de caspa
Existen dos tipos de caspa: la blanca (decamación de un cuero cabelludo seco y deshidratado) y la amarilla (cuero cabelludo excesivamente graso).
Las escamas se ven sobre todo después de peinar o cepillar el cabello, ya que esto contribuye a que se desprendan.
Ciertos tipos de dermatitis seborreicas pueden provocar, además, inflamación y picazón.
Generalmente, la caspa se acentúa en la época invernal y disminuye durante el verano.
Además de aparecer en el cuero cabelludo, puede presentarse en las cejas y la barba.
Algunas de las causas
Todavía no se han identificado todas las causas que pueden desencadenar la caspa.
Sin embargo, se considera un factor clave la producción de las glándulas sebáceas.
Cuando es baja, puede provocar descamación de la piel y cabello quebradizo. En tanto que la sobreproducción genera un exceso de grasa.
También existen otros factores que influyen en la aparición de la caspa, tales como:
– Uso excesivo de gel o aerosoles para el cabello.
– Fatiga.
– Estrés.
– Problemas digestivos.
– Desequilibrio hormonal.
– Falta de higiene.
– Consumo excesivo de azúcar, grasas y almidones.
– Predisposición hereditaria.
– Otras enfermedades como Parkinson, apoplejía o Sida.
Respectro a sus síntomas, los más comunes son picazón, enrrojecimiento y mal aspecto.
Prevención y tratamiento
Para quienes no tienen caspa, lavarse el pelo al menos cada 3 ó 4 días para evitar la resequedad del cuero cabelludo.
En caso de padecerla, utilizar diariamente un shampoo específico (usualmente contienen ácido salicílico, alquitrán, azufre y sulfuro de selenio).
También es recomendable consultar con un dermatólogo, ya que en algunas ocasiones la caspa puede ser causada por alguna enfermedad más grave del cuero cabelludo, como la psoriasis o la dermatitis seborreica.
Si la caspa es leve, cepillar el cabello suavemente y en cepillados cortos una o dos veces al día.
La combinación de agua caliente y fría durante el lavado del cabello favorece la circulación del cuero cabelludo.
Evitar rascarse la cabeza, ya que puede aparecer eczema (alergia en la piel) o alguna infección.
El uso de peines y cepillos debe ser personal.
Evitar la utilización de tinturas, lociones con alcohol y permanentes, ya que favorecen la aparición de caspa por la excesiva deshidratación del cuero cabelludo. Generalmente, este tipo de caspa es temporal y desaparece sin dejar huella.
Algunos especialistas recomiendan una dieta rica en vitaminas del grupo B y beta caroteno (mariscos, carnes rojas, maní, semillas de girasol) para evitar la sequedad del cabello.
Si bien la caspa no es una enfermedad peligrosa, puede representar un problema estético.
Pero lo mejor siempre es consultar primero con un especialista para que lo evalúe, indique los pasos a seguir y controle su evolución.