La mascarilla limpia la piel en profundidad y tiene un efecto desincrustante, mientras que un exfoliante retira las células muertas. Precisamente por ello, es un tratamiento adecuado tanto para pieles secas como grasas. La elección dependerá del efecto que se desee conseguir. Limpiar, tonificar e hidratar la piel diariamente es la base para mantener un rostro cuidado.
En este caso, el orden de los factores sí altera el producto: de nada servirá una buena hidratante si la limpieza previa no es correcta.
Incorporar una mascarilla al ritual de belleza habitual es fundamental para lucir una piel joven y radiante.
Mascarillas y exfoliantes
Pero, ¿qué diferencia a un exfoliante de una mascarilla? ¿Cuál es más adecuada según el tipo de piel? ¿Y cómo debemos aplicarla?
Una mascarilla contribuye a que el tratamiento diario sea más efectivo.
El producto actúa como un flash instantáneo de belleza, eliminando el aspecto cansado de la piel.
De ahí que muchas personas lo utilicen antes de un acontecimiento importante, aunque lo recomendable es hacerlo entre una y dos veces por semana.
La mascarilla limpia la piel en profundidad y tiene un efecto desincrustante, mientras que un exfoliante retira las células muertas.
Precisamente por ello, es un tratamiento adecuado tanto para pieles secas como grasas.
La elección dependerá del efecto que se desee conseguir.
A la hora de extenderla, lo ideal es hacerlo de manera uniforme, desde el centro hacia el exterior del rostro y evitando las zonas más sensibles, como el contorno de los ojos y los labios.