Modelar el cuerpo no siempre es sinónimo de adelgazar, muchas veces tienen que realizarse procedimientos específicos. El tratamiento debe estar dirigido a estimular la lipólisis, favorecer la microcirculación sanguínea, disminuir la inflamación, mejorar el drenaje de exceso de líquidos, disimular imperfecciones y humectar la piel. Es natural hablar del tejido adiposo, ya que cumple funciones fundamentales para el equilibrio de nuestro organismo. Fundamentalmente, en la amortiguación y relleno para proteger otros tejidos.
Tiene un gran valor como fuente de energía secundaria, en su gran actividad metabólica y como reserva hormonal.
Su mala fama se asocia al exceso de crecimiento del tejido, que provoca un aumento de peso, o a su distribución corporal.
La adiposidad localizada responde a características morfológicas que no siempre coinciden con el esquema de la adiposidad generalizada.
El mapa que delinea el cuerpo es inherente a la herencia genética, a los hábitos alimenticios, a la postura, a la disciplina desarrollada, al aporte hormonal, a problemas metabólicos o a ejercicios físicos.
Muchas veces este esquema no obedece al patrón cultural. No basta con las dietas hipocalóricas, ya que la adiposidad localizada rebelde se aloja en ciertas partes del cuerpo.
La adiposidad localizada es democrática: puede estar presente en individuos con exceso de peso o delgados, en deportistas o sedentarios, en la adolescencia o en la vida adulta.
Caprichosamente, esa presencia de tejido adiposo en exceso está en el lugar incorrecto, justamente donde es indeseable, donde se hacen los mayores retoques de Photoshop en el cuerpo para acercarnos a la imagen ideal.
La ubicación dominante de estas adiposidades en la mujer es en la cara externa de las piernas, también llamada pantalón de montar; en abdomen; en los flancos o costados del abdomen superior, y a nivel de cara interna de las rodillas, entre otras. En hombres predomina en abdomen y flancos.
No todo está perdido
Los tratamientos conjugan muchas disciplinas: la dieta, los ejercicios físicos, el calzado cómodo, los tratamientos estéticos y los hábitos posturales.
Modelar el cuerpo no siempre es sinónimo de adelgazar, muchas veces tienen que realizarse procedimientos específicos.
El tratamiento debe estar dirigido a estimular la lipólisis, favorecer la microcirculación sanguínea, disminuir la inflamación, mejorar el drenaje de exceso de líquidos, disimular imperfecciones y humectar la piel.
El programa para mejorar el aspecto del cuerpo debe comenzar por evitar la oxidación del tejido, disminuyendo todo agente agresor como el cigarrillo, medicamentos no recetados, alcohol, alimentos transgénicos e, incluso, la radiación solar sin la protección adecuada.
Ingerir líquidos sin azúcar, jugos de frutas o infusiones puede resultar de gran ayuda. También dietas controladas, masajes drenantes con productos específicos y la aplicación de cremas y geles en la zona con suaves masajes para mantener el resultado.
Muchos productos naturales favorecen el control de la adiposidad localizada.
Algunos cobraron notoriedad a través del tiempo y hoy son elegidos por las marcas de cosmética como pilares para sus desarrollos.
El jengibre, el pomelo, las algas, la papaya, el castaño de indias, la levadura de cerveza, las semillas de la uva y los pimientos, entre otros.
Estos productos son ricos en moléculas que activan la circulación periférica cutánea, desinflamando, tonificando, estimulando y reafirmando. Además, tienen acción revitalizante, antioxidante y antiséptica.
El consumo de estos productos en dietas, en cremas con masajes y acompañando con una actividad física adecuada, llevará a resultados óptimos en el transcurso de los primeros meses.
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