Los masajes están de moda y se dan hasta en shoppings. Sin asesoramiento médico, pueden ser dañinos. Una nota publicada ayer en el diario Clarín se hizo eco de un tema que hace tiempo preocupa al ámbito profesional, alertando sobre sus riesgos en manos inexpertas. Una nota que todos los profesionales de la estética y la salud deberían leer y difundir. Masajes: alertan sobre sus riesgos si no los hacen manos expertas
Cuarenta minutos de relax en una camilla, 30 adentro de una especie de nave espacial con un suave cosquilleo en los muslos o 15 mirando el piso desde una silla ergonómica con el changuito del supermercado al lado.
Hoy se puede tomar un masaje casi en cualquier parte.
La oferta incluye relax exprés, drenajes, aromaterapia y digitopuntura. Pero a veces salir como nuevo puede no ser tan placentero como parece. Kinesiólogos y traumatólogos advierten que detrás de la súper oferta de masajes hay muchos centros que no cuentan con un responsable médico a cargo. Un “detalle” que puede marcar la diferencia cuando hay una patología previa.
“La mayoría de la gente llega a hacerse masajes a estos centros de relax porque tiene un dolor. Si es el síntoma de una patología y el masaje lo tapa, no sólo que la lesión puede agravarse, sino que se pierde un tiempo muy valioso para tratarlo”, asegura Sergio Di Yelsi, Jefe de la División Kinesiología y secretario de la carrera de Kinesiología y Fisiatría del Hospital Universitario de la Universidad Favaloro.
La diferencia puede ser que una dolencia termine en una cirugía o que se logre evitarla. “Hoy hay una gran cantidad de alternativas además de los masajes para las patologías cervicales y lumbares”, explica Marcelo Mariani, jefe de Ortopedia y Traumatología del Hospital Aeronáutico Central. Los masajes exprés tienen la ventaja de la inmediatez. No hay que perder tiempo en turnos y en poco pueden calmar un dolor casi insoportable.
Los médicos coinciden en que uno de los problemas de los masajes seriados es justamente la estandarización.
“Se hace más o menos el mismo masaje para todos. Y muchas veces no sólo no hay un profesional detrás, si no que en algunos casos ni siquiera hay una persona. Hoy cualquiera puede comprar una camilla masajeadora, un set de electrodos o una bota de drenaje. Todos aparatos que deberían ser programados bajo supervisión médica”, agrega Di Yelsi.
“No todos los dolores se resuelven del mismo modo, por eso se necesita un diagnóstico preciso”, asegura Clara Lottero de la cátedra de técnicas kinefisiátricas de la Facultad de Medicina de la Fundación Barceló.
La kinesióloga advierte una cantidad de patologías contraindicadas para los masajes estandarizados: “no se deben aplicar cuando hay infecciones en la piel, lupus, flebitis, trombosis, esguinces agudos, desgarros musculares, gota, fibrosis, enfermedades reumáticas, tumores y problemas renales agudos. Tampoco deberían aplicarse en embarazadas”.
Las consecuencias pueden ser desde una contractura mayor hasta lesiones agudas. “El área cervical es muy crítica. Un masaje mal hecho puede provocar hormigueo, trombosis o lesiones medulares en los casos más graves”, asegura Mariani.
Los drenajes también pueden complicar algunos cuadros de base. “Hay técnicas precisas que deben ser respetadas y que si se dan mal, pueden ocasionar un edema”, explica Fernando Felice, cirujano plástico, flebólogo y director del centro Vesalio.
Las advertencias médicas no parecen amilanar a los clientes que llegan contracturados a los centros de estética. “Por lo general, no consultan. Ya vienen decididos al tipo de masaje que quieren tomar”, dice Pablo Zuazo, gerente de Flow Spa, un centro de Wellness en pleno Microcentro que durante 2013 –según reconoce– recibió un promedio de 20% más de consultas que en 2012.
“La gente viene muy contracturada. Y se nota que las presiones del mundo laboral influyen. El horario pico es justamente de 18 a 20, a la salida de las oficinas”, asegura Adriana Szapinka, médica especialista en antienvejecimiento y directora del centro BioZone.
¿Qué decisión tomar ante una contractura que no nos deja vivir? No todo es tan trágico como parece. “Lo primero es consultar con un médico –asegura el experto Mariani–. Y una vez indicado el diagnóstico, hay centros de masajes que trabajan bien y tienen kinesiólogos a cargo. Sólo hay que saber escuchar al médico”.
Los distintos tipos de masajes, según cada necesidad
Exprés. Se dan en silla ergonómica en zona cervical y lumbar. Mezcla presiones de digitopuntura y técnicas orientales, como el shiatsu. Costo promedio: $ 80, 15 minutos; $ 135, media hora.
Relajante. En camilla en zona cervical y lumbar. Pueden incluir aromaterapia y música. Costo promedio: $ 150 la media hora.
Siesta. Lo ofrecen centros de wellness (bienestar). Consiste en una serie de masajes y técnicas de relajación en un futón ergonómico. Costo promedio: $ 80, 40 minutos.
Con piedras calientes. Es corporal relajante con aromaterapia y piedras calientes para favorecer la circulación. Costo promedio: $ 290, una hora.
Reductor. Para adiposidades. Costo promedio: $ 241, una hora.
Drenaje linfático. Estimula el sistema linfático, ayuda a combatir celulitis y a mejorar la circulación. Costo promedio: $ 290, una hora.
Camas masajeadoras. Combinan masajes relajantes y presión con calor infrarrojo. No los aplica una masajista especializada sino que las camillas masajeadoras se programan en distintas funciones según la necesidad del cliente. Costo: desde $ 50, los 40 minutos.