La radiación solar atraviesa la piel y es absorbida por moléculas específicas llamadas cromóforos, como los ácidos nucleicos que forman parte del nuestro material genético o ADN, que se carga excesivamente de energía produciendo rupturas o mutaciones y liberando mediadores inflamatorios de la piel.
La luz ultravioleta (UV) es la principal causante de los daños a la piel.
La radiación solar atraviesa la piel y esta energía es absorbida por moléculas específicas llamadas cromóforos, como los ácidos nucleicos que forman parte del nuestro material genético o ADN.
Esto produce un daño y posterior reparación del ADN debido a que la longitud de onda de esas radiaciones coincide con la longitud de onda a la que absorbe el ADN.
Así, tras la absorción de la luz UV, este se carga excesivamente de energía produciendo rupturas o mutaciones.
Además, hay liberación de mediadores inflamatorios de la piel que van a alterar el comportamiento de una gran variedad de células, como ser: queratinocitos, células de Langerhans, células del endotelio vascular, fibroblastos y linfocitos.
De esta manera se produciendo diferentes efectos clínicos.
Agudos, como la quemadura solar y el bronceado, y otras consecuencias biológicas como la inmunosupresión local y sistémica, disminuyendo aún más las propias defensas de la piel, y en forma crónica: fotoenvejecimiento y cáncer de piel, entre los más importantes.
Silvina Gabrielloni
Farmacéutica, UBA.
Directora Técnica Farmacia Vassallo Belgrano.
Responsable de laboratorio de Dermatocosmética.