Es sabido que si aplicamos algún tratamiento con calor para exfoliar la capa superficial de una piel con rosácea, lo que haríamos seria empeorar la situación. Sin embargo, ahora hay un abanico de posibilidades disponibles para tratar arrugas, líneas de expresión y signos de envejecimiento a través de la aparatología. La rosácea se caracteriza por ser una afección crónica de la piel que provoca que la cara se torne de color rojo y puede ocasionar hinchazón y úlceras cutáneas que lucen como acné.
Pero, ¿qué sucede con pacientes que presentan dicha patología y quieren tomar un tratamiento de rejuvenecimiento facial?
Hay un abanico de posibilidades disponibles para tratar arrugas, líneas de expresión y signos de envejecimiento a través de la aparatología.
La última y más novedosa radiofrecuencia se llama crio-radiofrecuencia, que tiene la particularidad de entregar temperaturas bajo cero durante todo el tratamiento, protegiendo la epidermis.
El frio contrae los vasos sanguíneos y el calor los dilata. De esta manera se consigue activar la circulación sanguínea y acelerar la limpieza/recuperación de la zona.
Los tratamientos de frío se asientan en la teoría de que el frío contrae los vasos sanguíneos, de modo que reducen la inflamación.
Si decimos que el frío contrae los vasos sanguíneos minimizando la hemorragia y la tumefacción y que esto “frena” parte del proceso de inflamación, estamos diciendo que gracias al frío aceleramos el proceso de cicatrización y recuperación de una lesión.
Todo ello se debe a la vasoconstricción, o “cierre de los vasos”, que corta de raíz tanto la difusión como los síntomas.
A su vez, la crio-radiofrecuencia entrega ondas que generan calor por conversión al hacer contacto con la piel para estimular la formación de nuevo colágeno.
Por lo tanto, lo que esta terapia indica es que una persona que presenta rosácea puede utilizar este tipo de radiofrecuencia sin ningún inconveniente.
Otras terapias como el láser y la luz pulsada son tratamientos que se basan en una herida termal del colágeno de la piel, del agua o de los vasos capilares, para crear cambios en la apariencia de la piel.
Y, por último, está la dermoporación, que crea rutas intersticiales e intercelulares a través de dos corrientes, electroporación y electroforesis, para asegurar la penetración de sustancias activas con espectaculares resultados, permitiendo una absorción de las mismas en profundidad.
De esta manera, se puede tratar una piel con rosácea o con cualquier otra patología, siempre y cuando se elija correctamente el producto.