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Fotodepilación: elección y planificación del tipo de tratamiento más adecuado

El proceso de fotodepilación debe respetar el ciclo de crecimiento del pelo para resultar efectivo, por lo que las sesiones deben llevarse a cabo en la fase anágena, la fase de crecimiento que aún mantiene el contacto con el capilar que lo nutre. De esta manera, la luz alcanza la raíz y la destruye. La fotodepilación es una tecnología que utiliza la luz para eliminar el vello corporal no deseado de forma permanente y, en algunos casos, incluso de forma definitiva. Para utilizar la energía luminosa en la depilación, se aplican básicamente dos tecnologías: la Luz Pulsada Intensa (IPL o Intense Pulsed Light) y el láser.

El método de Luz Pulsada Intensa utiliza disparos de luz a intervalos desde una lámpara de xenón. Emitida muy cerca de la piel (entre 1 y 5 mm de distancia), esta luz es absorbida por la melanina cutánea y, sobre todo, por la del vello, que suele ser más oscuro.

Esta luz absorbida se convierte en calor y se traslada a la base del pelo, llegando hasta los 70ºC en la raíz, destruyéndola progresivamente y, al mismo tiempo, deteniendo su nacimiento.

Por otro lado, la técnica del láser se presenta en diferentes clases según la maquinaria utilizada, que se diferencia esencialmente en la longitud de onda, adaptándose así a las distintas tipologías de vello e influyendo directamente en el resultado final.

La importancia del tipo de piel

FOTODEPILACION

De cara a una fotodepilación, es importante analizar la tipología de piel de la receptora, puesto que cada una cuenta con una sensibilidad y una reacción distintas.

En la clasificación de los tipos de piel se utiliza la tabla Fitzpatrick, que clasifica los tipos de piel según su sensibilidad a la energía actínica (energía lumínica proveniente de los rayos solares).

Tipo I: piel muy blanca que siempre se quema y no logra broncearse.

Tipo II: piel blanca que siempre se quema, pero logra broncearse algunas veces.

Tipo III: piel de tono medio que se quema en algunas ocasiones, pero siempre logra broncearse.

Tipo IV: piel de tono medio que nunca se quema y siempre logra broncearse.

Tipo V: piel moderadamente pigmentada.

Tipo VI: piel de color muy oscuro.

Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de la energía emitida por el aparato de fotodepilación es absorbida por la feomelanina, un tipo concreto de melanina. Sin embargo, también la melanina presente en la piel, especialmente si es oscura, puede absorber la energía desviándola de su objetivo en el vello.

El color del vello determina la presencia o ausencia de melanina y el tipo que contiene.

Los mejores resultados de fotodepilación se consiguen cuando el vello es oscuro y la piel es clara, ya que cuanto más oscuro es el vello más alta es su concentración de melanina y mejor es la conversión de la energía luminosa en calor.

En el caso de vello rubio o pelirrojo, la eliminación es más lenta y requiere de múltiples tratamientos a causa de su baja concentración de melanina, mientras que el vello gris o blanco, como no tiene melanina, no puede ser tratado de forma eficaz.

De todos modos, no se trata de una ciencia exacta y la reacción de cada paciente a un mismo tratamiento es siempre diferente. Aún así, en ningún caso debe plantearse una fotodepilación como un tratamiento corto, ya que la destrucción de la raíz del vello es progresiva y nunca inmediata.

IPL versus láser

Respecto a la elección entre IPL o láser, el método a utilizar dependerá del tipo de piel y el vello de la clienta, ofreciendo ambos sus propios beneficios y contraindicaciones.

El láser es el tratamiento más efectivo sobre pieles claras con vello oscuro, pero también resulta ser el de mayor precio.

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Existen distintos tipos de láser a aplicar según las características y necesidades de la piel tratada: 

– Láser Rubí: con una longitud de onda de 694 nm, está indicado en clientas con pieles claras y vello negro.

– Láser Diodo: con una longitud de onda de 810 nm, se emplea sobre pieles oscuras con vello igualmente oscuro.

– Láser Alejandrita: con una longitud de onda de 755 nm, se utiliza sobre vello oscuro con un tono de piel medio.

– Láser Neodimio-Yag:
con una longitud de onda de 1064 nm, se puede aplicar en todo tipo de piel, pero con un menor grado de eficacia.

Por su parte, la IPL es un tratamiento que ofrece resultados de forma más lenta, pero resulta más económico.

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Por lo general, este método requiere más sesiones para mostrarse efectivo, pero cuenta con la ventaja de poder tratar varios tipos de piel gracias a su longitud de onda variable.

Debemos tener en cuenta que el vello no mantiene las mismas características cuando se inician las sesiones que después de realizadas varias: el grosor del pelo varía, siendo un elemento muy influyente en la efectividad del tratamiento.

Por esta razón, un aparato versátil que pueda tratar distintas tipologías será más útil en todas las situaciones, tanto para tratar a diferentes clientas como para el tratamiento completo de una sola.

Contraindicaciones

En ambas técnicas los efectos secundarios son mínimos, quedando normalmente reducidos a eritema o enrojecimiento de la piel, los cuales desaparecen en las horas inmediatamente posteriores al tratamiento.

Sin embargo, hay que tener en cuenta y descartar las importantes contraindicaciones que impiden el uso de la fotodepilación: patologías como la epilepsia, el herpes simple, la fiebre, las infecciones, la diabetes mellitus, los tumores, las cicatrices queloides, la ingesta de ciertos fármacos o la aplicación de cosméticos fotosensibles, por ejemplo.

Tampoco es recomendable llevar a cabo el tratamiento en caso de embarazo o lactancia

Planificar la fotodepilación

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El proceso de la fotodepilación requiere de cierto periodo de tiempo antes de mostrar resultados evidentes, por lo que una planificación previa del tratamiento es necesaria.

En primer lugar es aconsejable esperar a iniciar cualquier tratamiento de fotodepilación hasta que el paciente haya alcanzado la madurez, puesto que puede aparecer vello nuevo hasta que se complete el desarrollo hormonal.

Asimismo, la frecuencia de las sesiones depende de muchos factores como la edad, el sexo, la zona del cuerpo a tratar o el equipo utilizado.

Cada persona contará con una periodicidad diferente que irá aumentando con el tiempo, con sesiones cada vez más espaciadas.

En un principio, tras la primera sesión, se cita al paciente para recibir la siguiente sesión aproximadamente un mes después y, en función de los resultados obtenidos, se planifica el calendario de sesiones de forma personalizada.

El proceso de fotodepilación debe respetar el ciclo de crecimiento del pelo para resultar efectivo, por lo que las sesiones deben llevarse a cabo en la fase anágena del vello, la fase de crecimiento que aún mantiene el contacto con el capilar que lo nutre. De esta manera, la luz alcanza la raíz y la destruye, privando de su nutrición al pelo y ocasionando su rápida caída.

En una sesión de fotodepilación nos encontramos con vello en distintas fases de crecimiento: en un mismo momento también tendremos folículos que se encuentren en fase catágena y otros en telógena, en los cuales el tratamiento no será activo, de ahí la necesidad de espaciar las sesiones de forma apropiada.

Además, según la parte del cuerpo, el vello cuenta con un ciclo distinto, por lo que la frecuencia de sesiones debe adaptarse al mismo, junto con muchos otros factores que complican la determinación de las fases de crecimiento y la frecuencia de las sesiones.

Dr. Mira. Médico especialista en Cirugía Plástica.