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Biocosmética, la cosmética verde que propone una belleza sana

Alteraciones hormonales, irritación en la piel, y alergias son algunas de las consecuencias de ciertos químicos. La biocosmética propone el uso de materias primas orgánicas y dejar de usar colorantes y perfumes sintéticos.
Que dejan la piel más suave, el pelo más brilloso, las uñas más resistentes, las axilas secas y las piernas sin pozos de celulitis.

No hay duda, los cosméticos nos ayudan a vernos mejor y a hacerle frente al paso del tiempo con bastante más elegancia.

Ahora bien: lupa en mano, porque si no será imposible leer, haga el siguiente ejercicio: seleccione cualquiera de los cosméticos que habitualmente compra y mire con atención la etiqueta.

A menos que sea químico, encontrará palabras extrañas, como Propano, Parabenos, Triclosan, Sodio Lauril Sulfato, Ciclometicona, Aluminium, Polietilenglicol, entre una larga lista de ingredientes impronunciables que se utilizan igual en todo el mundo bajo la denominación INCI.

¿Sabe qué son o para qué sirven? O, mejor dicho: ¿Sabe cómo hace su antitranspirante para mantener su axila seca o su shampoo para hacer espuma? Sí, piensa bien. Desde este momento su sueño de perfumes y lociones de belleza acaba de convertir a su baño en una especie de campo minado lleno de productos sospechados de ser tóxicos para la vida humana.

En un planeta que lleva ya varios años tomando conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, la cosmética también se convirtió en ámbito para las preguntas y las reflexiones.

Así, organizaciones y movimientos ecológicos en todo el mundo, con Europa a la cabeza, se preguntan en los últimos años con qué estamos hidratando nuestra piel, pintando nuestros ojos, uñas y labios o con qué nos lavamos el pelo.

Los descubrimientos son alarmantes, porque los estudios realizados revelan que muchos de los ingredientes que son parte de las fórmulas cosméticas de uso cotidiano (incluidos productos para bebés o embarazadas) son tóxicos para la salud en distintos grados y su acumulación en el organismo (porque la piel no puede metabolizar todos los residuos tóxicos) puede provocar enfermedades gravísimas como cáncer, alteraciones hormonales, infertilidad, alergias, irritaciones, entre muchas otras.

Química verde

Como alternativa a la cosmética convencional nació la cosmética verde o biocosmética, una disciplina que acompaña a otras más generales, como la llamada química verde, el desarrollo sustentable y la producción orgánica y ética.

Ahora bien, ante la pregunta de por qué se comercializan productos como mínimo sospechados de ser tóxicos, la respuesta es que estos componentes se utilizan en dosis mínimas y que respetando esas dosis no son nocivos para la salud, por eso están aprobados por los organismos de control, como en nuestro país la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica).

Sin embargo, los expertos en biocosmética argumentan que esa respuesta es relativa y que está comprobado que esas dosis mínimas se acumulan de distintas maneras en varios órganos del cuerpo y no son inocuas.

Bio, ecológico, orgánico, natural…

¿Son todo lo mismo? Cuidado, las etiquetas muchas veces dicen «natural», pero eso no significa que lo sean.

Claudia Groisman, vicepresidente de la Asociación Argentina de Químicos Cosméticos y miembro de la Subcomisión de Cosméticos Naturales y Orgánicos explica:

«Los términos ‘ecológico’, ‘orgánico’ o ‘biológico’ son sinónimos y se refieren a la utilización óptima de recursos naturales sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados (OGM), ni para abono, ni para combatir plagas, logrando productos orgánicos respetuosos del medio ambiente.

«En referencia a la cosmética orgánica, estos términos se refieren a productos elaborados con materias primas procedentes de la Naturaleza y que han sido transformados mediante procedimientos respetuosos con el medio ambiente y elaborados según estrictas normas internacionales.

«Las materias primas utilizadas, en su mayoría provienen de agricultura orgánica o biológica. Son mayormente extractos, aceites, aceites esenciales, perfumes.

«Para la preparación de las materias primas se siguen procedimientos permitidos por el organismo de control y certificación y no se pueden utilizar procedimientos prohibidos por ser contaminantes del producto o del ambiente.

«Quedan también excluidas de la formulación materias primas procedentes de animales sacrificados, sustancias derivadas de la petroquímica, siliconas, carbómeros, perfumes de síntesis, colorantes de síntesis, y la mayoría de los conservantes como parabenos, fenoxietanol, etcétera.

src=«El packaging es reciclable (siempre que sea posible) y, por supuesto, estos productos no se testean en animales en ninguna etapa de la cadena productiva».

Groisman vontinúa explicando: «estas impurezas se encuentran generalmente en productos cosméticos y de higiene personal, pero como no son agregados en el proceso de fabricación, sino que son contaminantes que se encuentran en las materias primas utilizadas, no se declaran en las etiquetas, aunque son liberados en el organismo».

La dermatóloga Cristina Pascutto, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), confirma: «La utilización de parabenos, surfactantes, conservantes no permitidos pueden generar a nivel de la piel situaciones que van desde un simple enrojecimiento hasta dermatitis de contacto irritativas severas».

Legalmente la denominación «cosmética natural» no está regulada. Tanto es así que muchas marcas suelen usar el prefijo «bio» o «eco» sin serlo.

«Dada la falta de regulación en nuestro país, una buena solución son los sellos de cosmética natural que indican por qué tipo de certificación están avalados los productos. Lamentablemente en el mercado hay muchos sellos que a veces crean confusión. Hasta ahora no se ha llegado a un acuerdo de un único sello obligatorio e internacional», dice Silke Durrwanger, marketing manager de Weleda, compañía Suizo-Alemana dedicada a la elaboración de preparados medicinales y cosmética con orientación antroposófica, natural y orgánica.

«En cuanto a producto terminado, en la Argentina algunos productos orgánicos utilizan la mayoría de sus materias primas importadas con certificación. En este punto debemos aclarar que el consumidor no debe confundir cosmética orgánica y natural certificada con productos cosméticos convencionales que poseen el agregado de un extracto natural. Estos productos no entran dentro de la órbita de la cosmética natural y orgánica.

«En la Argentina existen certificadoras para alimentos orgánicos, la mayoría privadas. No ocurre lo mismo con los ingredientes cosméticos, en los cuales puede certificarse que el producto proviene de agricultura ecológica, pero no certifican el proceso de obtención de la materia prima. Por lo cual debemos recurrir a productos importados certificados.

«Los principales organismos certificadores europeos son Ecocert (Francia), BDIH (Alemania), Soil Association (Reino Unido), AIAB (Italia), Eco Garantie (Bélgica), que gozan de reconocimiento y prestigio en la industria cosmética internacional».

Beneficios

«Los productos de origen vegetal, al mantener una estructura similar a nuestra epidermis, no tener conservantes, colorantes, ni perfumes sintéticos se absorben y asimilan de un mejor modo que los productos artificiales. Además, favorecen el equilibrio de la piel potenciando su función autoprotectora», explica Durrwanger.

La cosmética orgánica sigue las siguientes premisas: es renovable, segura y biodegradable.

Explica Groisman: «las plantas son fuente renovable, son productos seguros, no presentan impurezas dañinas presentes en los productos de síntesis y siguen el principio de precaución, en el sentido de que si un ingrediente no tiene demostrado su inocuidad no se utiliza. Y la biodegradabilidad está dada porque todos los ingredientes utilizados en la elaboración de un cosmético natural deben ser biodegradables para no contaminar el medio ambiente».

Hacia una «química verde»

«Entre las últimas novedades se puede citar la combinación de los beneficios de la cosmética natural y orgánica, con los adelantos tecnológicos como los avances obtenidos con células madre vegetales (que al cultivarse en laboratorio no poseen contaminantes, no depredan la planta, son de crecimiento ilimitado y sustentable, conservando las propiedades de la planta original)».

Así lo explica Claudia Groisman, al regresar de un congreso en Nueva York que reunió a los profesionales más destacados del tema (Sustainable Cosmetic Summit).

Otro avance es la obtención de ingredientes a través de procesos enzimáticos. Es lo que se llama «Química verde”.

Una costumbre que viene desde la antigüedad

Desde la Antigüedad se han usado extractos de plantas y aceites esenciales para el cuidado de la salud, de la belleza y para la higiene personal y esta práctica se ve reflejada en la historia de la humanidad.

«Sin embargo, es en el siglo XX cuando la cosmética se vuelve popular y se fabrican productos (en su mayoría de síntesis, con derivados de la industria del petróleo) al alcance de todos los consumidores. Hace ya varias décadas hay una tendencia marcada a regresar hacia lo natural, en parte por la desconfianza generada en el público a medida que fueron descubriéndose efectos secundarios de ciertos químicos y por otro lado la validación del conocimiento ancestral de las plantas para la belleza y su uso desde tiempos remotos.

«La práctica de cultivos biodinámicos surge también a principios de siglo XX pero se intensificó en las últimas décadas», explica Jelena Nadinic, gerente técnica científica de la firma Natura Argentina (es también directora de los cursos de Posgrado de Fitocosmética de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (Universidad de Buenos Aires) y vicedirectora de la Carrera de Especialización en Producción Cosmética de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires).

Cuáles son los químicos más perjudiciales para la salud

/Acciones concretas. Stacy Malkan es líder de la Campaña por Cosméticos Seguros. En su sitio (www.safecosmetics.org), además de numerosas investigaciones y denuncias, destaca siete de los químicos más perjudiciales para la salud que se encuentran en los cosméticos de uso masivo:

Mercurio. Generalmente figura como «timerosal» en la información de las etiquetas. Es un posible cancerígeno y una toxina perjudicial para la reproducción y el desarrollo humano. Hallado en algunas gotas para los ojos, pomadas y máscaras.

Placenta. Produce progesterona, estrógeno y otras hormonas que pueden dificultar las funciones hormonales normales del cuerpo y provocar graves problemas de salud como cáncer de pecho, cuando se usa en cosméticos. A veces se usa en alisadores capilares, cremas hidratantes y tónicos.

Acetato de plomo. Es una conocida toxina perjudicial para la reproducción y el desarrollo humano. Su uso en cosméticos está prohibido en la Unión Europea. Hallado en algunos tintes capilares y en productos de limpieza facial.

Petroquímicos. Estos derivados del petróleo crudo (que figuran en las etiquetas como petrolato, aceite mineral y parafina) pueden contener cancerígenos conocidos o sospechados, como también productos de degradación dañinos o impurezas provenientes de los procesos de fabricación (como 1,4-Dioxano), que no aparecen en la información de las etiquetas. Hallados en algunos alisadores capilares, champúes, cremas antienvejecimiento, máscaras, perfumes, bases de maquillaje, lápices labiales y bálsamos labiales.

Ftalatos.
Estos químicos plastificadores son probables toxinas perjudiciales para la reproducción y son alteradores endócrinos. En la Unión Europea se prohibieron dos (dibutilo y dietilhexil) que se usan en cosméticos. Hallados en algunos esmaltes de uñas, fragancias y fijadores para el cabello.

Hidroquinona. Un posible cancerígeno y neurotoxina y sensibilizador de la piel. Hallada en productos aclaradores de la piel y en cremas hidratantes.

Nanopartículas.
Extremadamente pequeñas que generalmente no se analizan ni se incluyen en las etiquetas. Son capaces de ser absorbidas directamente en el torrente sanguíneo.