En la cosmética, la sustentabilidad representa un compromiso de respeto con la utilización de los recursos que se toman de la tierra, los procesos a los cuales se los somete y la obligación de que los desechos que se generan sean biodegradables. En 1968, la ONG Club de Roma convocó a científicos, académicos y políticos de 30 países para analizar las grandes modificaciones que se estaban produciendo en el medio ambiente, producir métodos para estudiar las diferentes expresiones de dichos cambios y, sobre todo, lograr que los políticos tomaran conciencia.
El tema central de aquella reunión fue la pobreza y los factores que se relacionan con ella: vivienda, agua, salud, higiene, nutrición y catástrofes naturales. También se tuvo en cuenta el agotamiento de los recursos naturales y el consecuente deterioro medioambiental.
El grupo llegó a la conclusión de que la humanidad debía cambiar el modo de vida y de interacción comercial para evitar el inicio de una era de niveles de sufrimiento humano y de degradación ecológica inaceptables.
Así nació el concepto de desarrollo sustentable, un desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la posibilidad de satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.
La idea de desarrollo sustentable también se aplica a la cosmética que, para obtener sus materias primas, muchas veces ha vertido residuos tóxicos o ha recurrido a métodos de extracción que consumen mucha energía y a la explotación indiscriminada de recursos naturales no renovables.
En la cosmética, la sustentabilidad representa un compromiso de respeto con la utilización de los recursos que se toman de la tierra, los procesos a los cuales se los somete y la obligación de que los desechos que se generan sean biodegradables. Respecto de los recursos naturales, ya no se apunta a la “explotación” sino al “manejo con conciencia”.
Muchas compañías de primera línea han comenzado darle importancia a la sustentabilidad y tienen programas de reciclado o de reemplazo de un porcentaje de materiales derivados del petróleo, como P&G; incorporan la química verde, el concepto de comercio justo y la disminución de las emisiones de gases, como L’Oréal; o se comprometen a reducir a la mitad la huella de carbono de sus productos y transformar el 100% de sus cultivos en materias primas sustentables, como Unilever.
Estée Lauder, por su parte, renovó el packaging para aumentar la tasa de reciclado. Coty incrementó en un 88% el uso de materias primas naturales y orgánicas en los últimos 5 años y redujo el uso de aerosoles. Y Clarins creó su propio Departamento de Responsabilidad que cubre aspectos sociales y medioambientales.
Como directora de Lidherma, creo que cada ser humano puede y debe contribuir con su accionar a un mundo sustentable. Estoy convencida de que una empresa debe ser sustentable hacia adentro y hacia afuera, y de que cada decisión que se toma puede ir en esa dirección. Algunas de las medidas a tener en cuenta son las siguientes.
– Incluir la sustentabilidad en la misión de la empresa, formar a los gerentes y mandos medios en esa cultura, brindarles a los trabajadores la formación y herramientas necesarias.
– Elegir una cadena de proveedores que esté en consonancia con la sustentabilidad.
– Analizar los procesos de producción, poniendo especial atención en el consumo de agua y en el tratamiento de efluentes.
– Evaluar cuidadosamente los materiales de packaging y racionalizarlo para disminuir la creación de residuos.
– Comprar materias primas que provengan de recursos renovables.
Consultados sobre el tema, los usuarios mostraron interés en la capacidad de reciclar el packaging, la protección de los pequeños productores, la reducción de las emisiones de CO2 durante el proceso productivo y también en los traslados intercontinentales.
Sin embargo, a pesar de que las empresas de cosmética cada día son más conscientes de la importancia de mantener la sustentabilidad de sus procesos, todavía no hay estándares globales para que el usuario pueda evaluar los productos que consume.
Dra. Patricia Dermer
Licenciada en Química, doctora en Análisis Biológicos y directora de Lidherma