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Xerosis cutánea

La piel xerosa es mate, sin brillo; al tacto, áspera, tirante, a veces rugosa, con tendencia a descamarse o pelarse. Su espesor es fino, casi transparente, con mala elasticidad y pésima hidratación. Es muy sensible, se irrita fácilmente y tiene tendencia a enrojecer y a padecer rosácea. Suele ser propensa a las alergias. Se denomina xerosis (xerós = seco) a la sequedad anormal de la piel o de la conjuntiva y otras membranas mucosas. Las principales causas son la desnutrición y la dermatitis atópica. Puede llegar a ser una patología y requerir de tratamiento médico.

La xerosis cursa con alteraciones de la estructura de la capa córnea de la piel, así como del metabolismo hídrico, que da lugar a una piel seca, áspera, enrojecida e irritada. También se la denomina piel alípida, ya que la barrera de lípidos epidérmicos es deficitaria.

La piel seca es consecuencia de la insuficiente secreción de sebo por parte de las glándulas sebáceas y de la disminución de hidratación de la capa córnea.

Puede ser consecuencia de numerosos factores ambientales, como climas fríos y secos, que provocan una dermatitis reaccional; el uso de jabones y detergentes agresivos para la piel; procesos patológicos como la diabetes, deficiencia de vitamina A, deshidratación y efectos secundarios de muchos medicamentos.

Xerosis

La xerosis cutánea también produce un efecto estético visual desagradable.

Uno de los más típicos efectos del paso de los años en la piel es la atrofia de las glándulas sudoríparas, que vierten su contenido en la superficie de la epidermis, y junto con el contenido de las glándulas sebáceas, forman un film protector de la piel.

Además, ésta comienza a sufrir un “aplastamiento”, ya que el colágeno ubicado en la dermis se va afinando y las fibras elásticas disminuyen su función. 

Sea cual fuera el mecanismo, el resultado es que se produce una hiperplasia epidérmica por la llegada al estrato córneo de células indiferenciadas, con deficiencias en el contenido de lípidos y proteínas anormales que dan lugar a una función barrera incapaz de mantener la piel hidratada y a un aumento de la descamación.

Xerosis

La piel xerosa es mate, sin brillo
; al tacto, áspera, tirante, a veces rugosa, con tendencia a descamarse o pelarse. Su espesor es fino, casi transparente, con mala elasticidad y pésima hidratación. Es muy sensible, se irrita fácilmente y tiene tendencia a enrojecer y a padecer rosácea. Suele ser propensa a las alergias

Haciendo un corte trasversal, se vería una anormal distribución de las capas de la piel: la dermis más delgada debido al aplastamiento de las fibras de colágeno y elastina y, por el contrario, la capa córnea engrosada debido a la acumulación de corneocitos en la superficie de la piel, dándole un aspecto descamativo.

La xerosis cutánea causa un doble problema: por un lado, produce un efecto estético visual y táctil desagradable y, por otro, origina prurito, que puede llegar a ser muy intenso.